Esta semana ha sido un poco
difícil. Comienzo a hartarme de la situación actual que vivimos. La
delincuencia es una de las cosas que más me molestan. Estoy seguro de que no
soy el único que piensa así y que está fastidiado de ser víctima de esta situación.
El viernes pasado fue la última vez que me sucedió esto. Mientras me dirigía a
casa fui asaltado.
Antes de continuar cabe mencionar
que lo sucedido fue en parte mi culpa; sin embargo, no creo que esa sea razón
para que estos ataques sigan ocurriendo.
Salí de la escuela como la mayor
parte de la semana: a las 10 de la noche. ¿Cómo imaginar lo que sucedería?
Subí al microbús. Este se encontraba a
oscuras y solamente era iluminado por algunos focos de luz negra que no
alumbraban casi nada.
Antes de subir al micro me despedí de un amigo con el que
platicaba mientras salíamos de la universidad. Acostumbro escuchar música todo
el tiempo que estoy solo, y esta vez no fue la excepción. Saqué mi iPhone y
puse mi música buscando un poco de iluminación porque la luz de la pantalla
estaba descompuesta.
Noté que un hombre me miraba
desde el fondo del autobús pero lo ignoré por completo y guardé mi celular. Durante
el camino sentí que me observaban, pero pensé que todo era mi imaginación por
lo que no presté atención.
Dimos la vuelta en la avenida en
la que debía descender y como es costumbre me levanté para tocar el timbre. En
el momento en que solicité la parada me di cuenta que alguien se había parado atrás
de mi y se agarraba del mismo poste que yo. Una vez más no me pareció extraño y
bajé a media cuadra de mi casa.
No di más de tres pasos cuando
sentí el brazo de un hombre alrededor de mi cuello. Me sorprendí y traté de
recordar si venía algún conocido en el camión. Escuchaba mi música a todo
volumen y al parecer el individuo se molestó mucho cuando no entendí lo que me
decía. Me quitó el audífono de un jalón. Sin soltarme me dijo que le diera mi
celular. En ese momento aún me sentía tranquilo a pesar de que este sujeto me
había amenazado con darme un balazo si intentaba hacer algo.
Pensé en romperle la nariz y
correr a mi casa hasta que sentí la mano de otra persona sacando mi cartera de
la bolsa de mi pantalón. Venía tan distraído que no pude notar que otro
asaltante me vigilaba desde el momento en que subí al microbús.
En ese momento me asusté mucho. No
sé qué habría pasado de haber hecho lo que planeaba, ya que no me había
percatado de la presencia de nadie más. Entregué mi teléfono sin audífonos pero
no fue suficiente. También los quería y me los arrebató de un jalón. No me
quedó de otra más que caminar a mi casa, cabizbajo y lo más rápido que pude.
Sigo molesto por lo que me pasó
pero agradezco que no haya pasado de un susto. Odio a estas personas. Si hubiese
tenido un arma les habría disparado y al parecer eso sucede mucho. Las personas
cada vez están más cansadas y no dudo que comiencen a defenderse de esta forma.
Nos vemos la próxima semana…